Cuando me dicen que mis niños van siempre monísimos o súper conjuntados, pienso que en realidad lo dicen desde el cariño y porque, eso sí lo suscribo, son cuatro guapos morenazos (hablan las babas de mamá) y todo les queda bien. Sin embargo, aprovecho que tengo el blog durmiendo desde hace meses para despertarlo contándoos los cuatro principios en los que me baso para vestirlos, por si sirven de algo a alguna mamá interesada en el tema. Por supuesto, cualquier consejo vuestro sobre el tema lo acogeré muy atenta 🙂 . Aquí van:
- Autenticidad: Confío y creo plenamente en que la belleza más auténtica no depende del vestuario, aunque este ayuda a traslucirla o a potenciarla. Por eso, no sufro cuando llevan alguna arruga, mancha o tienden a ‘desmadejar’ un poco el conjunto. Esta idea me ayuda a no liarme mucho la cabeza con looks complicados o difíciles de mantener en el tiempo, como camisas por dentro del pantalón. Los niños juegan, bajan, suben, corren, trotan, pelean, así que no puedo pretender que lleven un look de forma impecable mas de 5 minutos. Lo mejor es idear un conjunto sencillo y adaptado a sus movimientos. Para empezar, camisas por fuera del pantalón, partes de arriba de colores fuertes o estampados que disimulen manchas y, si me lanzo a un pantalón blanco, o bien lo reservo para ocasiones especiales, o me relajo y pienso en que la lavadora quitará las manchas.
- Austeridad: Esta virtud tan maravillosa por supuesto que puede aplicarse al mundo del vestuario, sobre todo en el caso de familias numerosas. Y esta no está reñida con el estilo, ¡todo lo contrario! Por ejemplo, si alguien me pasa ropa, la cojo, la pruebo y lo que les vale lo aprovecho. En este sentido no llevo a rajatabla que vayan todos iguales, aunque como parece que queda más vistoso o resultón, trato de aprovechar todo lo que me llega y comprar solo las tallas que me faltan de los colores mas parecidos a los que ya tengo. Respecto al calzado, que suele ser el apartado más caro, no les compro más que dos pares: deportivas y botas de serraje en invierno o deportivas y ‘victorias’ en verano (otros veranos en vez de victorias, les he comprado menorquinas o zapatillas de loneta). Por otro lado, trato de ser lo más realista posible en cuanto al numero de conjuntos o camisetas o polos, o pantalones que necesitan. No sirve de nada tener ropa y ropa acumulada que no se pongan casi nunca.
- Colores alegres: Me encanta que los colores reflejen la vitalidad y alegría de los niños, no es que vayan siempre de rojo pero tiendo a vestirles con colores alegres que vayan a tono con su energía.
- Mando yo: Sobre todo cuando son pequeños es importante que sepan quién manda y, además, hay que educarlos en el buen gusto desde el principio. Así, sin darse cuenta, empezarán a saber los colores que conjuntan y ciertas normas de protocolo (no es lo mismo salir a hacer recados, que ir al parque, que ir a misa, por ejemplo).
Y hasta aquí unas pequeñas pinceladas sobre las bases que me guían cuando visto a mis hombrecitos. ¡Espero que os haya gustado! Hasta la próxima…
Pues claro que me ha gustado. Es más, te digo que funciona. Un afectuoso saludo.
Me encanta el post, Rocío. Estoy totalmente de acuerdo en que la ‘austeridad’ es clave a la hora de vestir a los peques y educarlos en el buen gusto. Sigue escribiendo!!